Nuestro post de hoy va dedicado a la boda de Ana y Miguel. Algo que no va a ser fácil ya que nos vienen tantos buenos recuerdos, tantos momentos y tantas emociones vividas en aquel día que no sabemos por dónde empezar. Además fue muy fácil fotografiar a esta pareja ya que se olvidaron de nosotros en todo momento y se dedicaron a disfrutar de todos y cada uno de los momentos de su gran día.
Todo comenzó en casa de Miguel, quién empezó a preparar para el gran momento acompañado de su familia, eso sí, no sin un poquito de nervios, je, je. Menos mal que enseguida aparecieron sus amigos en casa y entre risas y cervezas los nervios de Miguel dieron paso a una gran sonrisa en su cara. En los preparativos de Ana nos encontramos una situación similar. Nuestra novia se encontraba arropada por su familia y amigas quienes la ayudaron a ponerse guapísima. Ana no paraba de sonreír en todo momento, no solo estaba preciosa con su vestido sino que además desprendía magia en su sonrisa y su mirada. Y entre risas, lágrimas, abrazos y alguna que otra copita de vino blanco llegó el momento que llevaban tiempo esperando… el momento de decirse “Si, quiero”.
La ceremonia iba a ser en el “Hotel Balneario Valle del Jerte”. No se nos olvidará nunca ese momento en que Miguel llega en el coche y las amigas y la hermana de la novia se ponen a gritar como locas en la terraza de la habitación donde estaba Ana diciendo que el novio iba de amarillo “que sí, que si de amarillo chillón”. ¿Sería verdad? … Ya lo veréis. Lo que sí es verdad es que el jardín donde tuvo lugar la ceremonia civil estaba precioso y los novios radiantes. Todo transcurría entre miradas de complicidad y lecturas muy emotivas. ¡¡Qué bonito todo!! ¿Pero… de verdad creía Miguel que todo iba a ser así de tranquilo y armonioso?, ¿De verdad creía que sus hazañas en otras bodas anteriores de amigos suyos no le iban a pasar factura en la suya? ¡Qué equivocado estaba! Ahí estaba sus amigos esperándole con un saco lleno de cosas para echárselas por encima, cosas que todavía no sabemos muy bien que eran. De hecho llegó un momento en que entre tantas personas y tanta cosa encima de Miguel no sabíamos ni donde teníamos que echar la foto, jajajaja. Pero no pasa nada, ¡después de haber pagado la deuda con los amigos uno se sacude el traje y al cóctel a seguir disfrutando de su boda!
Entre unas cosas y otras en la comida ya estaban todos los sentimientos a flor de piel, todo eran risas, bromas, abrazos, achuchones, besos, lágrimas y baile, mucho baile en la barra libre!!!!
Estamos encantados de que nos hayáis permitido contar en imágenes un pedacito de vuestra historia y que hayamos podido compartir con vosotros este día tan importante.
Os deseamos lo mejor del mundo pareja.
Un abrazo